Acaba de regresar a manos de su amable propietario este Ibanez 406 (gracias de nuevo, Buven), una bestia de seis cuerdas y 24 trastes que permite tanto juego que, una vez que te lo cuelgas, es difícil que quieras soltarlo. Patillas activas -sonido limpio y contundente- y, en este caso particular, un ajuste extremo de la acción perfecto para dedos de mantequilla como los míos. Al principio hay que hacerse al mástil (arce de 3 piezas) ancho y plano, y a la diferente sensación de la separación entre cuerdas, luego cuesta recordar que NO estás tocando una guitarra y que al bajar hasta la 2ª te vas a encontrar que está afinada en cuartas. Superada la adaptación en un par de ratos empiezas a creerte Billy Sheehan.
Un bicho de los que encienden el GAS aunque te falten dedos para aprovecharlo al máximo.