Regreso a los 70, ajustando una Marchis SG.
Hace unos días tuve la suerte de hacer dos hallazgos poco corrientes en los tiempos que corren: una Marchis SG de los 70 y a su propietario Miguel Ángel, ambos con mucha historia y mucha música dentro. Como digo, una suerte excepcional.
Aunque llegó a mis manos "sonando", necesita y merece un buen ajuste.
Las fotos de la guitarra tal y como llegó a mis manos (con su estuche original)

En una primera inspección encontré bastantes marcas del paso del tiempo, principalmente en la laca, y la típica grieta a ambos lados de la base del atornillado del mástil.








Como se aprecia en las fotos es una copia de SG bastante fiel, con un puente tipo "Bigsby" muy bien conservado, cejuela de hueso, y puente tipo Tune-o-matic, con el mismo ancho y paso de rosca que los Gibson (aunque esto último lo tengo que confirmar).
El cuerpo es un "sandwich" de cinco piezas (tapa / madera de 15mm. / una capa central de apenas 2mm./ madera de 15mm, / tapa trasera)
Cuando digo "madera" es por que no me atrevo aún a decir qué tipo de madera es. A la vista las tapas me parecen caoba, pero el cuerpo tiene un peso bastante reducido y un timbre bastante agudo.
Fotos de la construcción del cuerpo.





Los ojos más agudos habréis detectado una fisura en la madera entre el hueco de la pastilla y el mástil. Ciertamente ha sido una sorpresa no tan grata pero que ya está en vías de solución.
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El segundo paso:
Empiezo reproduciendo las palabras de Miguel Ángel. "... los primeros propietarios fueron un grupo (de los que no recuerdo el nombre) de JODAR (Jaén). La adquirieron cuando comenzaron en el año 1976 en una tienda de UBEDA (Jaén), pueblo donde por cierto nacio Joaquin Sabina. Coincidiendo aproximadamente con la fecha del 23 de Febrero de 1981 (golpe de Tejero) que estuve trabajando en JODAR conocí al grupo y ya en su separación les compre la guitarra Marchis y un amplificador Rickenbacker, [ ... ] recordando mis viejos tiempos de componente de un grupo como ya sabes, y hasta hoy."
Por ahora sólo tengo este pedacito de historia y un hallazgo en el blog del Gijonense Tino Acebal, que amablemente me contestó que sólo conservaba el recuerdo del paso de un bajo "primo hermano" de la giutarra.
Os enseño una foto de su blog y dejo el enlace por si alguien está interesado en su trabajo.
http://tinoacebal.blogspot.com/

Entrando en materia.
Una vez desmontada aparece el polvo acumulado durante años, algo que me gusta encontrar ya que significa que no se ha desmontado en demasiadas ocasiones. Bajo el Bigsby el cable de masa, perfectamente acoplado.

El mástil presenta algo de "barriga" y los trastes están algo cuarentones, pero por ahora no me planteo el retrastearla, sólo un ajuste del alma y un simple repaso para nivelar los trastes.

La Fractura.
Definitivamente la rotura no es tan grave como parecía. La madera sólo se ha cuarteado, sin llegar a separarse del todo del cuerpo. Una vez desmontado el mástil se aprecia cierta fragilidad en ese trocito de madera pero el atornillado del mástil ha permitido que no reciba mucha presión de éste y que la madera no se haya llegado a partir.

La "respuesta armada".
"Armado" con una jeringuilla cargada de Titebond he infiltrado la cola en las grietas de la madera, forzando un poco la madera y con paciencia entró bastante cola. Al colocar los gatos (con su correspondiente mártir para no fastidiar la laca) brotó el exceso de cola, señal de que había penetrado lo suficiente.
Un par de días se quedará bajo arresto de las sargentas.

Espero que el resultado sea lo suficientemente sólido, si no es así colocaré una pletina metálica atornillada en el interior del hueco de la pastilla (ya hice algo parecido con una JEM). Una solución barata, práctica y segura que me gustaría no tener que utilizar.
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Paso a paso.
El titebond ha hecho bien su trabajo y la pieza ha quedado bastante sólida, aún así he decidido reforzar la zona reparada con unas pletinas que he preparado a partir de una escuadra metálica.
Cortar, limar, ajustar el ángulo y atornillar. Como irá cubierto por el golpeador no estropeará la estética y, sinceramente, me quedo más tranquilo. Y si pasan otros cuarenta años y alguien la abre, verá que buena intención no faltaba.
He colocado unos tornillos pequeños porque aún espero encontrar una pletina que me de el ancho completo en una sola pieza, si no es así le pondré unos tornillos más "serios" y cerraré esa página del trabajo.
Fotos:





Y un pasito más.
Mientras el diapasón "se traga" manos y manos de aceites y aprovechando que está completamente despiezada, he echado un buen rato quitando polvo de las mecánicas y la electrónica (por cierto: que buenas soldaduras!). El puente está estupendo, con su "regalito" debajo (ese made in Japan que tan tontorrones nos pone). Luego una manita de pintura de apantallado, porque parece que en los setenta no pensaban demasiado en los campos electromagnéticos, un repaso con limpiador lubricante a los potenciómetros y una limpieza a la cubierta y tornillos de las pastillas.
Algunas fotos más.





El Bigsby
Después de un repasito a la tornillería y un limpiado ha quedado perfecto, sólo he encontrado una cuestión que hasta ahora no he podido resolver.


Me explico: la acción es suave y contínua y los ejes no presentan holguras ni marcas, así que el funcionamiento es bueno, sin embargo la palanca, una vez colocada en posición de uso tiene una minúscula holgura que me gustaría eliminar. El problema lo encuentro al no poder aflojar la contratuerca del perno de la palanca, ya que éste tiene "la cabeza" lisa y curva (como se ve en la última foto), y no encuentro el modo de sujetarla para poder apretar o aflojar la tuerca (espero que quede claro).
Sigue pendiente el tratamiento para los desconchones de la laca, por lo demás todo pinta bastante bien.
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Atando cabos.
Después de unos días en reposo he vuelto a la carga con la cuarentona, en este caso para solucionar en la medida de lo posible los "achaques" que han ido saliendo conforme avanzaba el proceso.
El primer problema lo he encontrado tras instalarle las pletinas de refuerzo en el interior. La acción de empuje que ofrecen hace que las pequeñas grietas de los costados del encaje del mástil sufran y tiendan a abrirse. Esta flexión se estabiliza bastante una vez encordada la guitarra, ya que la tensión de las cuerdas hace que el mástil empuje en el sentido contrario a las grietas (justo en el sentido de la fractura que solventamos con la cola y las pletinas), pero sin cuerdas la tendencia es hacia atrás.
Es quizá la rotura más puñetera que puede tener un cuerpo y cuando menos te lo esperas la grieta empieza "a correr" y acaba por dejar el instrumento inservible. Hasta hoy sólo conozco dos maneras de detener esa fractura (casi siempre provocada por una caída hacia delante de la guitarra): el encolado del cuerpo al mástil o las infiltraciones de cola. En este caso, al ser más bien leve, me decido por las "inyecciones".
Los pasos que he seguido son simples:
Limpiar la zona, forzar ligeramente la fractura (para que se abra un poco, sin que se extienda), cargar una jeringuilla con cola y luego mucha paciencia ya que la cola no entra en la madera con facilidad. Poco a poco la cola entrará en las grietas y en los propios agujeros que se realizan con la aguja. Después limpiar bien y meterla entre los gatos. Si gotea por el exterior es que la cola ha penetrado en la grieta.



Una vez limpio el sobrante ya sólo queda esperar.
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La he dejado dos días (no hacía falta tanto) y ha quedado muy rígida, incluso con el mástil atornillado no se aprecia una flexibilidad de la zona fuera de lo normal. Aún así asusta un poco forzarla después de haber vivido la "operación a corazón abierto" que se le ha hecho, pero es pura sugestión.. o eso espero.
Una vez pasado este proceso he pasado a calzar el mástil. La guitarra estaba altísima de acción y el puente estaba bajado al máximo. El alma ya la corregí (dentro de lo humanamente posible) cuando repasé los trastes pero la guitarra estaba imposible desde el traste 10 en adelante por la altura. En este caso lo que he considerado oportuno ha sido calzarla en cuña, utilizando un trozo de madera. Normalmente cuando he toqueteado una guitarra (de la malas - malas) ha habido veces en las que he tenido que calzar el mástil de forma plana para elevarlo uniformemente, al igual que se calzan con pletinas los puentes de bloqueo de algunas guitarras. En esas ocasiones he usado pletinas de acero que he fabricado artesanalmente, pero en este caso necesitaba un ángulo de caida que sólo podía conseguir rebajando el apoyo del mástil (y cargándome la laca) o calzando con una cuña.
En un rato de los largos y después de varias pruebas de ajuste he montado la cuña y el mástil ha quedado con la delicada caída de las Gibsons (salvando las diferencias, claro).



En las fotos está aún sin terminar, con un grueso y ángulo mucho mayor que el que ha quedado al final (y del que no tengo fotos).
En unos días le daré una "probada oficial", aunque ya sabemos que los cuarentones y las cuarentonas tenemos tendencia a los achaques y me da en la nariz que no va a ser la última vez que le meta mano a esta preciosidad.
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