Ya ha hecho sus primeros pinitos y ha enseñado sus curvas desde las bambalinas para los más allegados, que la han podido ver y escuchar de cerca. No puedo ocultar que me cuesta separar lo emocional de lo racional cuando escribo sobre ella y que, aún estando trabajada con el mismo cariño que sus hermanas, ésta ha nacido con ese empujón que da la motivación extra. Para acabar de seducirme terminó por rebelarse e imponer su propia y marcada personalidad, bastante diferente a lo que se esperaba.
La Espina es la primera guitarra de la producción de 2014, una Les Paul concebida el pasado diciembre y que bebe, entre otras cosas, de la Wine and Roses y del Ace Bass. Después de las primeras pruebas se vistió más de acuerdo con su carácter con clavijero Kluson y pastillas Ephiphone que le dan un timbre más suave, casi Jazzero.
El mástil cómodo y ajustado, y el diapasón algo rugoso -shit happens- se dejan tocar bastante bien, aunque la palma se la lleva el cuerpo de modestos listones que ha ganado enteros con el trabajo de carpintería, un homenaje personal a mis curvas favoritas. El clásico puente y stop-bar consiguen sólo un aprobado y una papeleta para ser sustituidos junto a la cejuela en el próximo repaso, mientras tanto seguirán dando buena batalla.
Tilo, Arce y Zinc, dos humbuckers, cuatro potes y tres posiciones, la hacen práctica y muy cómoda, a lo que contribuye en buena medida el "shape" de su espalda.
No ha resultado tan punzante ni afilada como estaba previsto pero, por contra, ese sonido más dulce y suave parece llevarse bastante bien con su aspecto sofisticado y agresivo.